Automasturbación
Suena raro ¿no? Pero no el título no se refiere a masturbarse uno mismo, como se supone que es lo más común; sino a masturbarse en el automóvil.
Y es que ayer me pasó. Sé que a algunos no les será en absoluto sorprendente, antes que eso, podría parecerles común, pero para mí lo fue: Era la primera vez que me la jalaba en el carro. Todos hemos cogido en el carro, sí claro. También me he dado unos encerrones en los carros con cada chica… de esos que empañan los vidros y uno le hace de todo a la chica y ella a uno. Pero nunca antes había yo estado tan caliente y solo en el carro como para jalármela ahí mismo.
Ayer fue un día extraño. Va a sonar contradictorio, pero he de decir que fue un día estraño porque no sucedió nada extraño. Sí, así fue. Es decir, fue un día de trabajo común y corriente donde aparentemente no había motivo alguno para que yo estuviera ganoso. Pero el hecho es que salí de la oficina y mientras conducía estaba yo calientísimo; afortunadamente traía la camioneta que es automática, así que una mano en el volante y la otra acariciando el bulto que empezaba a crecerme bajo el pantalón. No lo podia creer ni yo mismo, pero es que realmente lo estaba disfrutando. Esta vez ni siquiera estaba fantaseando, simplemente disfrutando el momento.
La calentura llegó al extremo cuando en una luz roja no aguanté más y decidí sacármela. En verdad estaba tan caliente que pude haberme venido si es que la luz no cambia a verde; tuve que avanzar. Entonces con los ojos clavados en la calle, mi mano seguía en lo suyo, aunque de manera más suave y yo gozando como hace rato no lo hacía, incluso gozando más que en aquellos remotos tiempos en los que cogía muy de vez en cuando y mi amiga Manuela era la más cercana siempre. No sé si será precisamente porque ahora es más frecuente una rica cogida que va uno dejando de lado la siempre fiel puñeta.
Así continuó mi camino, sobando, acariciando, subiendo y bajando la mano y subiendo de ritmo durante los altos. Hasta que por fin en uno de esos altos: ¡zas! Empecé a venirme. Afortunadamente seguía parado en la luz roja y pude venirme a gusto. Lo difícil vino después: Retomar la manejada con la mano llena de semén y el pantalón y el volante, y el asiento y la portezuela. En resumen, un lío. Lo bueno es que sin ningún percance llegué a casa y pude limpiar aquel desastre.
Hoy al recordarlo, lo hago con una enorme sonrisa y, curiosamente, sin la más mínima erección, después de que ayer a esta hora ya traía la tranca durísima. En fin, una anécdota más. Mañana a ver en cuánto me sale el chistecito de llevar a lavar la alfombra de la camioneta para que le quiten la mancha…
Y es que ayer me pasó. Sé que a algunos no les será en absoluto sorprendente, antes que eso, podría parecerles común, pero para mí lo fue: Era la primera vez que me la jalaba en el carro. Todos hemos cogido en el carro, sí claro. También me he dado unos encerrones en los carros con cada chica… de esos que empañan los vidros y uno le hace de todo a la chica y ella a uno. Pero nunca antes había yo estado tan caliente y solo en el carro como para jalármela ahí mismo.
Ayer fue un día extraño. Va a sonar contradictorio, pero he de decir que fue un día estraño porque no sucedió nada extraño. Sí, así fue. Es decir, fue un día de trabajo común y corriente donde aparentemente no había motivo alguno para que yo estuviera ganoso. Pero el hecho es que salí de la oficina y mientras conducía estaba yo calientísimo; afortunadamente traía la camioneta que es automática, así que una mano en el volante y la otra acariciando el bulto que empezaba a crecerme bajo el pantalón. No lo podia creer ni yo mismo, pero es que realmente lo estaba disfrutando. Esta vez ni siquiera estaba fantaseando, simplemente disfrutando el momento.
La calentura llegó al extremo cuando en una luz roja no aguanté más y decidí sacármela. En verdad estaba tan caliente que pude haberme venido si es que la luz no cambia a verde; tuve que avanzar. Entonces con los ojos clavados en la calle, mi mano seguía en lo suyo, aunque de manera más suave y yo gozando como hace rato no lo hacía, incluso gozando más que en aquellos remotos tiempos en los que cogía muy de vez en cuando y mi amiga Manuela era la más cercana siempre. No sé si será precisamente porque ahora es más frecuente una rica cogida que va uno dejando de lado la siempre fiel puñeta.
Así continuó mi camino, sobando, acariciando, subiendo y bajando la mano y subiendo de ritmo durante los altos. Hasta que por fin en uno de esos altos: ¡zas! Empecé a venirme. Afortunadamente seguía parado en la luz roja y pude venirme a gusto. Lo difícil vino después: Retomar la manejada con la mano llena de semén y el pantalón y el volante, y el asiento y la portezuela. En resumen, un lío. Lo bueno es que sin ningún percance llegué a casa y pude limpiar aquel desastre.
Hoy al recordarlo, lo hago con una enorme sonrisa y, curiosamente, sin la más mínima erección, después de que ayer a esta hora ya traía la tranca durísima. En fin, una anécdota más. Mañana a ver en cuánto me sale el chistecito de llevar a lavar la alfombra de la camioneta para que le quiten la mancha…
Mi mano ahuyentó soledades
tomando tu forma precisa...
tomando tu forma precisa...
Luis Eduardo Auté
6 Permanecencias:
vaya aventura... que bueno que lo disfrutaste!
Jajajaja! No Cabeto... El color de mis uñas es gracias a la Cianosis.
Un saludo =)
Pues me has dejado bruta hijo mío! Mira que yo pensaba había hecho cosas inusuales...pero tu my friend, te ganas el premio :P
Saluts...siempre es bueno leerte!
Autoerotismo,
descubrirse en un suspiro
en esa quemante cercania
de uno mismo
del yo
mojando la portezula
derramandose en tu caliente mano...
Dentro---como diria Aute.
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