Cuarenta Noches

Surgí de su boca, cueva de zozobras
lamí su pecho que encendió los luceros
la tarde caía incolora y húmeda
se debatía entre la locura y el llanto

Rodé leguas abajo, montes y valles
su vaivén recordaba derrotas pasadas
se abrió la luna toda
torrenciales aguaceros alegraron la penumbra

Hundí mi vida entre sus fauces
sus silencios acompasados resonaron
la vida retuvo su huída
mi razón estalló en cientos de añicos

Solté mi voz entre el tumulto
extendidas sus piernas levantaron el vuelo
el sudor se condensó hasta la útima gota
se derramó entero el cielo deshojado